El folclore japonés, lo sabemos todos más o menos bien, está repleto de criaturas fantásticas a menudo malvadas. Estas se conocen como yokais, y son la base sobre la que se sustenta la historia de Ikai, una aventura de terror en primera persona que hoy voy a analizar en el blog.
Ambientado en el japón feudal, el juego nos pone en la piel de Naoko, una joven que reside en un templo junto a un viejo sacerdote que, por razones que iremos descubriendo, la retiene allí. Pero el mal acecha próximo y la joven, sin saberlo, es la que desata la pesadilla.

Varios yokais invaden el templo y el bosque circundante, y misión nuestra es purificarlos alejando a los demonios gracias al uso de sellos protectores, cuyo texto debemos primero escribir. Así, cuando hacemos uso del pincel, todo lo que hay que hacer es copiar el patrón previamente marcado moviendo el instrumento sin salirnos demasiado de los márgenes al tiempo que mantenemos pulsado el botón de acción para pintar.
Podemos movernos por las diferentes estancias libremente, examinando muchos de los muebles y objetos que hay en el escenario pero hemos de tener cuidado de no ser vistos por los yokais, dado que no es posible luchar contra ellos. Nuestras únicas opciones cuando rondan cerca son movernos en sigilo cuando sea necesario o correr y ocultarnos, algo a menudo nada fácil de lograr.

Pero también hay puzzles en Ikai, cuya resolución obliga a ser en ocasiones ingenioso a causa de las escasas pistas que ofrece el título para su resolución, si bien no son en exceso complejos. Por otra parte, durante nuestro periplo podremos recoger numerosos coleccionables en forma de objetos cotidianos de la época, láminas con dibujos de diversos yokais y cartas que relatan acontecimientos importantes de la historia.
Entrando ya en los aspectos técnicos, Ikai luce bien para ser un título de factura humilde gracias al buen uso del motor Unreal Engine. La recreación del templo, su arquitectura y detalles, está en mi opinión muy lograda al igual que el bosque que lo rodea y otros escenarios que recorremos durante la partida. Solo los objetos más pequeños presentan un acabado más sencillo pero no obstante son reconocibles. Lo mismo se puede decir de los escasos personajes humanos que aparecen pero no de los yokais, que sí están muy bien plasmados.

Aunque donde pienso que destaca más este apartado es en el de la iluminación. Así, la tenuidad de la llama de las velas, unida a un silencio solo roto por los sonidos procedentes del bosque crea una atmósfera en la que la tensión será un elemento constante. Porque no hay música en Ikai que nos advierta de posibles peligros, por lo que siempre hay que estar alerta. Tampoco escucharemos mucho diálogo hablado, pudiendo elegir entre hacerlo en inglés o japonés.
Los textos sí están disponibles en nuestro idioma aunque tengo que decir que, al menos en la versión de PlayStation 4, he sufrido ciertos problemas con esto y es que, a la hora de examinar ciertos objetos y en otros momentos puntuales, el texto asociado no aparece (o lo hace muy brevemente) y tampoco por tanto su diálogo asociado. No es algo que impida avanzar pero espero de todas maneras que lo arreglen mediante alguna actualización para que no nos perdamos nada.

Mi opinión final sobre Ikai no es mala porque, salvo lo descrito justo en el párrafo anterior, no he tenido ningún problema con un juego que, también hay que decirlo, no es muy largo. Ello puede ayudar a rejugarlo si, como ha sido mi caso, nos hemos dejado cosas por encontrar aunque no parece que ello vaya a cambiar nada en la historia en sí. Sea como sea, al menos me ha resultado entretenido, por lo que creo que quienes gusten de este tipo de propuestas lo disfrutarán en mayor o menor medida. Tenía pensado hacerme con él en formato físico pero, dada la enorme diferencia de precio con la versión digital, opté por está última y creo que fue una decisión correcta.
