Que mi relación con el famoso personaje de Sega no pasa precisamente por su mejor momento es algo que saben quienes me siguen desde hace tiempo en las redes. Pero estoy tratando de mejorarla y una buena forma de hacerlo es recordar aquellos títulos que tanto disfruté en el pasado. Y quizá el que más fue este Sonic Adventure, primero en Dreamcast y luego, ya en formato digital, en Xbox 360. Veamos qué tiene de especial…

El Dr. Ivo “Eggman” Robotnik, en un nuevo intento de dominación, ha despertado a Chaos, dios de la destrucción y guardián de las Esmeraldas del Caos. Con su ayuda pretende destruir la ciudad donde viven Sonic y sus amigos para crear otra a su imagen y semejanza. Por supuesto, estos no se iban a quedar de brazos cruzados ante semejante amenaza y pondrán todo de su parte para evitarlo.
En su periplo recorrerán diferentes escenarios y superarán todo tipo de obstáculos para derrotar a Robotnik y su maléfico sirviente. Pero lo más interesante es ver que Sonic no es el protagonista absoluto de una historia que viviremos también a través de otros personajes, algunos de ellos debutantes en la saga, cuya presencia y retos propios son un soplo de aire fresco en relación a lo que se había visto hasta entonces en el universo de Sonic.

Estas historias presentan a su vez diferentes propuestas jugables que dotan de una enorme variedad al título, siendo además posible ir de un personaje a otro sin la necesidad de terminarlo. La de Tails es similar a la de Sonic aunque con ciertos cambios, mientras que con Knuckles habremos de explorar los entornos para encontrar fragmentos de la Gran Esmeralda y con Amy nuestra misión será escapar de un enorme robot que la persigue para capturar a un pájaro que ella trata de salvar.
Con Big entraremos en una suerte de juego de pesca en el que habremos de capturar a su amigo Froggy, una rana que, por accidente, acaba tragándose una de las Esmeraldas de Caos y con E-102 nos meteremos en la piel de un robot del ejército de Robotnik que abandona su misión y parte en busca de su propio destino.
Y por si todo esto no fuera suficiente, tenemos a unos graciosos seres llamados Chao (utilizo el singular para no confundirlo con el villano antes mencionado). Estos pueden ser criados en sus “jardines” (salas especiales) y utilizados en varios minijuegos. También era posible “cuidarlos” en la Visual Memory, la tarjeta de memoria de Dreamcast.

No era la primera vez que veíamos a Sonic y sus amigos recreados con polígonos, pues tenemos el antecedente de ese juego de carreras llamado Sonic R que vio la luz en Saturn. Y ahí fue donde, en un principio, las aventuras clásicas de la mascota de Sega deberían haber continuado pero, como todos seguro sabéis, aquello no cuajó.
Tuvimos que esperar a este Sonic Adventure para poder recorrer escenarios tridimensionales y sentir por vez primera la extrema velocidad de Sonic de una manera más próxima a la que se suele ver en los títulos más recientes (la escena de la orca en el primer nivel es mítica). A ello ayuda mucho una cámara que, situada en puntos concretos, dota de espectacularidad a algunas escenas. Sin embargo, la cámara es también el principal problema de este juego cuando ha de seguir nuestras acciones puesto que es bastante habitual que se descentre, impidiendo una correcta visión. Por fortuna, la podemos situar en su lugar en cualquier momento pulsando el botón correspondiente.

Por primera vez en su historia, todos los usuarios pudimos escuchar hablar a los diferentes personajes que aparecen en Sonic Adventure. Esto ayudó a definir el carácter y personalidad de cada uno de ellos. Fue, sin ninguna duda, un punto de inflexión para la evolución de una saga que, guste más o menos, a partir de ese momento tomó el rumbo que la ha llevado a ser lo que es hoy. Las melodías que nos acompañan durante la aventura también son dignas de mención.
Sonic Adventure nos llegó doblado al inglés pero con subtítulos en castellano que facilitan seguir los diálogos, aunque no es que estos fueran especialmente complejos en cuanto al nivel del idioma. En cualquier caso, no todo el mundo tiene por qué dominar una lengua que no es la suya propia y por eso toda ayuda es siempre bien recibida.

Reconozco que esta entrega me marcó como, supongo, haría con muchos de quienes habíamos disfrutado al menos con alguna de las anteriores. Fueron tantos los cambios y de tal magnitud que era imposible permanecer impasibles y es por ello que se sigue recordando con cariño a este título.
Sé que no son pocos los que elogian con mayor intensidad a su secuela, en la que debutarían otros personajes ahora tan familiares como, por ejemplo, Shadow, pero para mí este Sonic Adventure es y será siempre mi preferido de ambos. Es más, puedo incluso decir que lo es de toda la saga precisamente por lo que he mencionado en el anterior párrafo.
Puede que, como dije al principio, mi relación con Sonic no sea la que fue y posiblemente nunca vuelva a serlo. Y, si queréis algún día os cuento el por qué de ello pero Sonic Adventure siempre tendrá un lugar reservado en mi corazón porque se lo ganó con creces y, como nos sucede con tantas cosas y/o personas a las que queremos, hay vínculos que nada ni nadie puede ni podrá romper jamás.
