Virtua Racing Logo

A mediados de los años 90, los salones recreativos estaban en su apogeo. Multitud de máquinas compartían espacio, teniendo casi todas algo en común: juegos con gráficos basados en sprites. Pero todo ello comenzó a cambiar con la llegada del título cuya versión doméstica voy a analizar hoy en el blog. Este juego es Virtua Racing, el famoso simulador de Sega que, como sucedería tiempo después con Virtua Fighter en la lucha, sentó las bases del género de conducción en 3D.

Una experiencia breve pero intensa

La propuesta de Virtua Racing era simple, en apariencia, pues la imposibilidad de elegir coche y limitar la partida a un único circuito, escogido de entre un total de tres en base a su dificultad, no parece a priori una buena carta de presentación. Sin embargo, lo realmente importante y que logró captar la atención de los usuarios fue la experiencia de conducción que ofrecía, totalmente distinta a cualquier cosa vista hasta la fecha.

Ello fue posible gracias al uso de gráficos poligonales que si bien por entonces aún carecían del nivel de detalle que tenían los sprites, ofrecían a cambio una fluidez y sensación de profundidad inalcanzables para la técnica clásica en dos dimensiones.

La recreativa, en casa

Nadie imaginaba por entonces que fuera posible llevarse a casa semejante “monstruo”, por lo que el anuncio de una versión para Mega Drive fue sin duda toda una sorpresa. Y el resultado, increíble, dado que el cartucho ofrecía, salvando las distancias, exactamente lo mismo que la recreativa original: tres circuitos diferentes (que podíamos correr además en “modo espejo”, es decir, con todas las curvas en sentido opuesto) y la posibilidad de visualizar el trazado desde cuatro ángulos distintos intercambiables en tiempo real.

Cuatro cámaras que brindaban el poder seguir la acción bien desde lo alto, a vista de pájaro, a diferentes distancias del coche o, la más realista, a bordo del mismo donde incluso se recreó el movimiento de los brazos del piloto al girar el volante.

La tecnología que obró el milagro

Obviamente, semejante prodigio no habría sido posible sin una “ayuda” que permitiera a una consola como Mega Drive ser capaz de gestionar entornos tridimensionales, algo para lo que no había sido diseñada. Y esa ayuda vino en forma de un chip adicional conocido como SVP (Sega Virtua Processor), que fue el encargado de llevar a cabo esta función con un resultado más que notable a nivel gráfico.

Aspecto este último el más destacado puesto que el apartado sonoro quedó limitado al sonido del motor del coche y el de los impactos contra otros vehículos o los límites de la pista, unido ello a breves melodías audibles al comienzo de cada vuelta o en los menús y repeticiones.

VALORACIÓN OBJETIVA

Virtua Racing marcó, como dije al principio, un antes y un después en la forma de plasmar las carreras de coches (o cualquier otro vehículo), y su versión para Mega Drive es, sin duda, lo más bruto en materia gráfica que existe dentro de su catálogo pues ningún otro título pudo disfrutar de la tecnología SVP por culpa del encarecimiento que suponía para el usuario. Ello lo convierte en una pieza única cuya calidad, para lo que había en la época, es incuestionable.

Medalla Platino anim.

VALORACIÓN PERSONAL

Como fan del género y poseedor de una Mega Drive, era evidente que tenía que disfrutar de esta versión de Virtua Racing y no me dolió pagar las 15.000 pesetas (lo que hoy vendría a ser unos 90 euros) que me costó, un precio bastante alto pese a encontrarse de rebaja. Todavía recuerdo los piques con los amigos y como luego, al contemplar la recreativa, maravillaba ser conscientes de que en Sega fueran capaces de trasladar todo aquello a un sistema como Mega Drive.

Medalla Oro anim.
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