Son muchos los eventos, dentro de ámbitos de muy diversa importancia, que generan una gran y continua expectación entre sus seguidores merced a la información que de ellos se da. Esto, a nivel de masas, es lo que podríamos definir como impacto mediático, cuyas consecuencias en según qué casos han sido en ocasiones totalmente inesperadas e incluso desmedidas. Pero, sin llegar a límites tan drámáticos, el mediatismo informativo también conlleva algo de lo que quiero hablar y que me ha llevado, no pocas veces, a rechazar cosas que hasta entonces me habían gustado…
Lo peor del lado mediático
Quizá lo más grave en este sentido sea la expansión del “cuñadismo”, a menudo exacerbado, que se plasma en las clásicas discusiones de familia o grupos de amigos y, en tiempos más recientes, las columnas de comentarios de las versiones electrónicas de los periódicos o sitios de noticias digitales. Gente corriente que, apelando a una supuesta sabiduría, no solo opina sino que trata de imponer al resto su visión, que por lo general acaba chocando antes o después con otras total o parcialmente opuestas.
Ejemplos hay tantos y tan variados que es imposible que haya alguien que no haya conocido nunca alguno, aunque ello no impide intentar mantenerse al margen. Y es eso lo que yo trato de hacer, sin ir más lejos, en el mundo de los videojuegos pero, aun con todo, siempre me termino “comiendo” algo.
Aquello que me hizo, y hace, perder todo el interés
Por fortuna, nada de eso me ha hecho (todavía) dejar de lado esta afición pero no puedo decir lo mismo de cosas como el fútbol que si bien, salvo durante unos pocos años, nunca fue santo de mi devoción por diversas razones, su lado mediático me hizo rechazarlo por completo. Lo mismo puedo decir de otros deportes como la Fórmula 1 o el mundial de Moto GP en cualquiera de sus categorías. Ahora es el ciclismo, el cual sigo desde hace varios años y que, como dato curioso, de pequeño nunca entendí aunque me gustara verlo, el que anda en la cuerda floja…
Y mi malestar no viene ya solo por el antes mencionado “cuñadismo” que, al fin y al cabo, nada aporta y del cual se puede escapar. Algo imposible cuando la información dada por los propios periodistas o comentaristas es la que, con o sin intención previa, alimenta a la bestia al ofrecer, en las narraciones, su opinión acerca de aspectos colaterales para mí poco o nada relevantes.
Así, entre unos y otros, lo único que pienso que consiguen es generar un molesto e innecesario ruido que distrae la atención de lo verdaderamente importante. Sin embargo, la mayoría de las personas parecen gustar de dicho ruido mediático, un ruido que les llena, que les engancha con más fuerza a aquello que disfrutan (o aparentan disfrutar). No es mi caso, por suerte, y pese a que ver las cosas de este modo me puede conducir al aislamiento a la hora de conversar sobre ámbitos de los que estoy apartado, al menos me mantengo sereno y tranquilo. Y pocos de los que no han seguido este camino, por no decir nadie, puede presumir de lo mismo.
Sin visos de cambio en el futuro
Como dije, el “lado oscuro” mediático no es la única razón pero sí de las más importantes que me ha llevado, con el tiempo, a dejar de lado muchas cosas que, tiempo atrás, sí disfruté en diferente medida y forma. Y dada la actual tendencia informativa, sobre todo de los grandes medios, no tengo duda de que así voy a seguir porque mucho tendrían que cambiar las cosas para que, a su vez, lo hicieran mi percepción y sentimientos a este respecto.
Hola, Emilio.
Muy buen artículo, muy bien escrito, en cuanto a lo que comentas, es inevitable ese “cuñadismo” exacerbado en los medios en determinados deportes o hechos de la vida diaria, hoy en día hay mucho ignorante sabio porque cada vez hay menos vergüenza y menos conocimiento. Difícil sobrellevarlos, lo mejor es la ignorancia, lo que tú cuentas, al final acabas dejando cosas por esa gente, no deberías hacerlo en cualquier caso, tú a lo tuyo.
Repito, buena reflexión y artículo.
Un abrazo. 😊
En mi caso, más que por la gente de la calle es por los propios medios que son quienes provocan todo lo que los primeros generan después. No es que me afecte de inicio pero, a la larga, la fatiga mental da paso al hartazgo y llegados a ese punto se me quitan las ganas de todo y digo: “hasta aquí”. Del cuñado se puede uno evadir pero cuando son, como digo en el post, los propios periodistas en directo los que sientes que prenden la hoguera, nada se puede hacer.
Gracias de nuevo por pasarte por el blog y comentar, Merche. Me alegra que te haya gustado el post. Saludos.
El ruido de por sí es molesto pero el mediático ya es insoportable. Formulas un ensayo fabuloso al respecto. A veces lo mejor es desconectar, al menos por un tiempo, nuestra salud nos lo agradecerá. Saludos!
Puedo asegurar que así es porque cuando lo hago, aunque por una parte no me guste tener que dejar de lado algo que me entretenía, al menos consigo paz y tranquilidad. Y el ejemplo que puse con las retransmisiones deportivas es solo la punta del iceberg de todo lo que a tantos nos angustia, aunque luego solo seamos unos pocos los que estemos dispuestos a reconocerlo abiertamente y, más aún, a hacer algo al respecto.
Gracias, Mayte, por pasarte por el blog y comentar el tema. Saludos.