Aceptar o no la evolución de los videojuegos

Quienes me conocéis sabéis bien que me gusta echar la vista atrás de vez en cuando para contemplar cómo ha evolucionado aquello que disfrutamos. Dicha evolución supone, como es normal, la aparición de cosas nuevas que sustituyen a las viejas. Nuevas tecnologías y hábitos de consumo que apartan mucho de lo que habíamos conocido. Sin embargo, no todo el mundo ve estos cambios con buenos ojos pero no creáis que es algo nuevo. Ha ocurrido siempre y en los más variados ámbitos, si bien es algo a lo que hasta ahora yo no le había prestado la debida atención. En este post reflexiono sobre por qué aceptar o no la evolución de los videojuegos en todos los sentidos…

Nuestras experiencias nos cambian

Infancia y juventud son periodos que nos marcan profundamente, definiendo en gran medida cómo seremos de adultos. Eso no significa que dejemos de evolucionar. Nuevas experiencias pueden cambiar, a veces de un modo radical, la concepción del mundo que teníamos hasta ese momento.

En lo que se refiere a los videojuegos y su disfrute, cómo los vivimos de niños y jóvenes no tiene, por lo general, mucho que ver con cómo lo hacemos en edad madura. La capacidad de imaginar, de sumergirse, no es la misma como tampoco lo es el tiempo del que se suele disponer para jugar o las preocupaciones y responsabilidades personales. Hay casos y casos pero lo habitual suele ser lo que acabo de describir.

La fuerza del pasado

Es normal que haya quienes echemos la vista atrás en busca de aquello que hemos perdido y que, con el paso del tiempo, nos cueste cada vez más adaptarnos a los cambios. La nostalgia es muy poderosa y no son pocos los que se aferran a ella renegando de todo lo actual, pues aceptarlo implica abrazar nuevas formas de consumo con las que no están de acuerdo por lo que suponen para el usuario en ciertos aspectos.

Somos muchos en el mundo, y cada uno tenemos nuestro tiempo. Fuimos jóvenes una vez y algún día seremos ancianos. Y en cada momento veremos el mundo tal y cómo lo hicieron quienes nos precedieron. Cuando éramos críos solo nos preocupaba disfrutar de los videojuegos sin pensar en lo bueno o malo que hubiera en estos. Algo que sí solían hacer nuestros mayores, a los cuales por lo general no les gustaba mucho lo que hacíamos. Una actitud comprensible dado que hablamos de una afición, salvo excepciones, totalmente ajena a ellos, fuera de su tiempo.

Pretendiendo que nada cambie

Ahora somos nosotros los que empezamos a ver cosas que no nos gustan no solo por lo justas o injustas que nos resultan sino también porque son diferentes a las que vivimos. Las criticamos, a veces con dureza, pero los jóvenes de hoy no piensan, como tampoco lo hicimos nosotros cuando teníamos su misma edad, en todo ello y se limitan a disfrutarlas. El ciclo vuelve a repetirse.

Nos encontramos, casi sin darnos cuenta, al otro lado de la barrera y también sin apenas ser conscientes de ello hemos comenzado a hacer lo mismo que otros nos hicieron. Tendemos a pensar que vamos a peor, que nuestro momento era el bueno pero lo cierto es que, si prestamos atención, tanto entonces como ahora encontraremos cosas positivas y negativas. Porque ni todo lo actual es malo ni todo lo “retro” fue genial…

Adaptación o renuncia

Depende del camino que busquemos seguir. Podemos muy bien adaptarnos y asumir los cambios, o detener nuestra marcha y quedarnos anclados en un punto concreto. Conozco gente en ambos sentidos y todos tienen motivos para defender su elección. Si os preguntáis qué es lo que pienso hacer yo a este respecto, a día de hoy no lo tengo del todo claro…

Por un lado, echo de menos muchas cosas del pasado. Detalles que me gustaron pero que sé que no volverán, como ya he comentado en otras ocasiones. No obstante, también me atrae lo actual, no en sentido general pero siempre aparece algo que llama mi atención y creo que lo voy a disfrutar. Por ello navego entre dos aguas y, por ahora, así seguiré al menos mientras no surja algo que me haga cambiar de idea.

Abrazando lo actual

Tengo que decir que no me costó aceptar la llegada del formato digital aunque supusiera la posibilidad, cada vez más firme, de la desaparición del físico. Lo cierto es que ni siquiera pensé en ello hasta hace relativamente poco tiempo. Caso distinto es el “streaming”, pues esta forma de consumo supone abandonar el hábito de adquisición y posterior conservación del material pero, cuando uno reflexiona y se da cuenta de que no es algo nuevo, ve el asunto desde otro prisma. Y es que ya vivimos algo muy similar en la época de los salones recreativos, donde pagábamos por cada partida y nunca nos llevábamos el juego a casa.

Hagamos lo que hagamos, elijamos una u otra opción, que los videojuegos y sus formas de uso van a continuar su evolución es lo único de verdad evidente. Cada uno es libre de obrar de la manera que crea más conveniente, y no por ello será mejor o peor que los demás. Pero debemos de ser conscientes de que muchos de estos cambios no serán de nuestro agrado.

Nuestro tiempo ya pasó

Tuvimos nuestro tiempo de gloria, es decir, aquel en el que fuimos los que llevábamos la voz cantante, el centro de atención de una industria que creció gracias a nuestro apoyo de la misma manera que lo sigue haciendo hoy merced a los jóvenes actuales. Y, algún día, estos vivirán algo muy parecido a lo que experimentamos nosotros puesto que los que vengan después puede que traigan consigo otras formas de jugar y hábitos de consumo de los videojuegos. Quizá incluso algo totalmente diferente y es seguro que no todo el mundo lo aceptará, al menos de inicio.

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