¿Y si las cosas no hubieran sido como fueron? Esta pregunta y otras similares nos las hacemos cualquiera de nosotros muchas veces a lo largo de nuestra vida, pero también son la base sobre la que muchos autores asientan sus historias. Es, pues, bastante normal crear ficción partiendo de hechos reales, y esa premisa es la que nos ofrece este Paradise Lost que hoy me dispongo a analizar.

Paradise Lost narra el viaje de un joven, cuyo nombre no conocemos de inicio, que tras quedarse solo decide emprender la búsqueda de un hombre que, piensa, debe de ser su padre. El mundo de este joven es un yermo helado, un lugar completamente devastado a causa del uso de armas nucleares por parte del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial con el objeto de frenar el avance de los aliados. Una vieja fotografía, su única pista, lo termina conduciendo a un oscuro búnker alemán, punto de partida del juego y de la historia.
Metidos en la piel del protagonista, recorremos las diversas salas desde una perspectiva en primera persona interactuando con aquellos objetos, principalmente mecanismos que habrá que accionar o documentación perdida que sirva para ir comprendiendo lo acaecido en el lugar antes de nuestra llegada. No estamos, pues, ante un título de acción sino de investigación, y ello supone la total ausencia de enemigos contra los que luchar de alguna forma, si bien esto no significa que estemos completamente solos…

Otra cosa que no encontraremos serán desafíos en forma de puzzles o acertijos, por lo que durante la partida nos limitamos a avanzar y descubrir lo ocurrido sin mayor riesgo a través de unos entornos que reflejan bien el ambiente de lo que era la Alemania nazi, con abundante simbología del régimen (sin censura alguna, lo cual se agradece). No obstante, a medida que nos introducimos más y más en el búnker, la cosa cambia aunque levemente.
El manejo en Paradise Lost es, en lineas generales, el habitual en juegos de esta clase. Solo la forma de interactuar con determinados elementos es un poco diferente, al menos en lo que a mi experiencia se refiere. Y es que para abrir puertas o cajones, y también para accionar palancas, hay que emplear una combinación de stick y gatillo derechos del mando que trata de simular, en alguna medida, el movimiento humano natural.

En lo técnico, Paradise Lost es un juego que se situaría en un punto medio, ni bueno ni malo, que cuenta con abundantes detalles muy bien trabajados mientras que otros elementos presentan un acabado más sencillo (algunas animaciones, por ejemplo, son algo robóticas). Lo que sí he visto más de lo que hubiera sido deseable es cierto retardo de la carga de texturas en no pocas zonas, a lo que se suma algún parón puntual, siendo esto último algo que sí puede resultar más molesto.
Diversas melodías acompañan perfectamente aquellos instantes en los que damos un paso adelante para desentrañar los secretos del búnker, lo cuál hacemos con voces en inglés y textos en español, si bien me he encontrado con algunos documentos sin traducir, tanto en la textura que representa lo escrito como al mostrarlo en pantalla para facilitar su lectura. Por otra parte, también en ciertos momentos en los que, al hablar, tenemos la opción de elegir una respuesta de entre varias, me ha sido imposible hacerlo debido a la repentina desaparición de las mismas. Por suerte, no sucede con las que son vitales para el transcurso de la aventura.

Paradise Lost no pasará la historia por sus grandes logros pero ofrece una emotiva historia con más de un final, a tenor al menos de los trofeos que podemos desbloquear según sea la decisión que tomemos, y en lo jugable puede ser sin duda un buen modo de introducirse en los juegos en primera persona merced a su sencillo manejo, siempre y cuando el ángulo de visión de la cámara, algo más amplio de lo normal, no termine mareando como me ha pasado a mí al principio, aunque en mi caso no he tardado nada en hacerme a ello.
