A principios de los años 90 del pasado siglo, Sega sorprendió a todos con el genial Virtua Racing. Dado su éxito, la fórmula se fue puliendo con el no menos grandioso Daytona USA y el juego que nos ocupa hoy. Sega Rally Championship fue una vuelta de tuerca más al concepto creado en Virtua Racing pero con características que lo hicieron brillar con luz propia. En este análisis, que tocará la versión arcade y la de Saturn, veremos por qué es tan especial…

Juegos de carreras de rally los hubo mucho antes del clásico de Sega. Buen ejemplo de ello es la saga World Rally de Gaelco, cuya primera entrega vio la luz solo un año antes. Pero ninguno lograría plasmar, dadas las limitaciones técnicas de los juegos 2D, las sensaciones de fuerza y velocidad de este estilo de conducción como se consiguió en Sega Rally.
Poco importaba que el contenido fuera escaso ya que, como en juegos anteriores, los circuitos estaban asociados cada uno a un nivel de dificultad concreto. No hay ni condiciones climáticas adversas, ni noche ni nada que ya se hubiera visto en otros juegos. No hacía falta porque lo que contaba era la experiencia de conducción, mayor aún si utilizábamos la vista interior, si bien realmente esta nos situaba justo en el morro del coche.

Dicho así puede parecer a quien no lo conozca que en el juego solo aparece nuestro coche y que nuestro objetivo es llegar a la meta lo más rápido posible. Y así es cierto modo pero para ser los primeros no basta con ser rápidos en el crono sino que hay que adelantar a la mayor cantidad posible de adversarios.
Comenzamos la competición en el último puesto (15º), e iremos ganando posiciones a lo largo de la misma. Esto supone quizá el mayor cambio con respecto a los títulos de la compañía que precedieron a Sega Rally, pues en ellos nos limitábamos a seleccionar circuito en base a nuestra habilidad y competíamos solo ahí. Por contra, en este caso los recorreremos todos si somos capaces de ir superándolos.

El primer circuito, el más sencillo aunque cuente con un par de puntos más complicados, está ambientado en un desierto. El segundo, ya más técnico, nos sitúa en un bello bosque repleto de grandes árboles y el último nos traslada a un pueblo de montaña. Será en este donde, como es obvio, el trazado nos pondrá las cosas más difíciles.
¿Y el del lago? Un recorrido extra solo al alcance de los mejores, puesto que solo está disponible para aquellos que completen el juego en primera posición. Este trazado no solo es sumamente técnico sino que, además, presenta la dificultad añadida de que, si rozamos los límites, nuestro vehículo se detendrá casi por completo.

A los más jóvenes seguramente les parezca una oferta muy pobre pero, como suele decirse, por algo se empieza. No hay que olvidar que estamos hablando de otra época, de los comienzos de lo que tenemos hoy, por lo que poder elegir entre dos vehículos reales con sus respectivas licencias no era algo que se diera a menudo, al menos en los arcades.
Estos coches son el Toyota Celica GT-Four y el Lancia Delta HF Integrale. En la versión para consola se incluyó un tercero, el Lancia Stratos, desbloqueable si completábamos el juego (lago incluido) en primera posición en nivel Normal o superior. El Stratos era mucho más veloz que los otros dos pero también más difícil de controlar. Como curiosidad os diré que, si jugábamos con él, los tiempos obtenidos no quedaban registrados por razones más que obvias.

Para la época, claro está. Incluso en Saturn, puesto que podemos decir sin temor a equivocarnos que hablamos de uno de los mejores juegos de conducción de su catálogo. Todo el contenido y, lo más importante, el espíritu del original están presentes, eso sí, con las evidentes limitaciones propias del hardware reflejadas sobre todo en la escasa resolución en pantalla o la generación de los escenarios. Por lo demás, tanto arcade como consola ofrecen exactamente el mismo juego.
En el apartado sonoro, Sega Rally Championship nos deleita con cañeras melodías en cada uno de los circuitos, a las que hay que sumar otras que se crearon para las repeticiones que podemos ver en Saturn y que son, en mi opinión, mucho más agradables. Y no puedo terminar sin hacer mención del tema principal que escucharemos al terminar el juego, una canción llamada “My dear friend, Rally”, que sigue siendo toda una gozada a día de hoy.

Sega Rally Championship es un clásico atemporal, a pesar de que hoy nos parezca incluso menos que una demo por la cantidad de contenido que ofrece. Pero a quienes tuvimos la inmensa suerte de disfrutarlo en su momento e incluso posteriormente nos pareció suficiente. No hay que olvidar, como dije antes, que hablamos de lo que fueron los comienzos. Una base sólida sobre la que, con el tiempo, se han asentado los pilares de los grandes títulos que hoy fascinan a los fans de los juegos de conducción.
Sus diversas secuelas mantuvieron, con diversa fortuna, su esencia pero ninguna alcanzó, como era de esperar, el impacto que tuvo en nuestras vidas el juego original. Yo todavía recuerdo la primera vez que lo vi en un salón recreativo, recuerdo cuando me senté en el asiento, introduje la moneda y agarré con fuerza y no pocos nervios el volante para sumirme en una apasionante experiencia de conducción que ni siquiera con los simuladores actuales he vuelto a tener.
